viernes, 21 de octubre de 2011

MIROS: 20.- RESTAURACIÓN

20.- RESTAURACIÓN



Al cabo de un año, el palacio no había dejado de ser el hospital, y además se había convertido en el refugio de los más desamparados, se llegaba allí en busca de comida, de abrigo, de cuidados y de justicia.

Orey, se encargaba de que los excedentes de otras regiones, llegasen allí para paliar el hambre ocasionada por la guerra del año anterior, sobre todo porque había afectado a los campesinos que vieron destrozados sus cosechas de cereales y hortalizas.

También se encargó de que aquellos que se quedaron desprotegidos porque habían perdido a sus padres o a toda su familia, bien por la enfermedad, bien por la batalla, fueran acogidos en el palacio.

Lo más difícil, era la cantidad de personas que llegaban en busca de justicia. A veces, solo se trataba de disputas sin importancia, otras, era imposible saber quien tenía razón.

Ana, estaba embarazada, y se había trasladado al bosque, en el Valle de los Pájaros, junto a Sara y Andrea, puesto que aquel lugar era el que ella consideraba su hogar. Miros, iba y venía, tan pronto estaba al lado de Orey, como en la cabaña de las brujas.

La cabaña de las brujas, seguía siendo un sitio poco frecuentado, estaba más vigilado que nunca, y realmente era como un cuartel general.

Durante el año transcurrido, Miros y Klasnic, habían recorrido todo el Gran Valle.

Habían empezado por el norte, en las cuevas de “Queñín”, allí, se habían demorado más de lo previsto, Klasnic porque le tenía simpatía al gigante, y Miros porque había echado de menos a Nuño.

Las cuevas presentaban un aspecto diferente, la convivencia entre hombres y mujeres, había resultado beneficiosa, las mujeres tenían más tiempo de ocuparse de la salud de sus hijos, así como de la limpieza de los alrededores, mientras los hombres se habían dedicado a reforzar las poblaciones con construcciones más serias, siempre en torno a las grandes cuevas, que ofrecían un habitáculo natural que no podían despreciar. Mientras, se construyó, los mejores constructores de Vallecillo les orientaron lo mejor que pudieron.

Los planes de “Queñín” cuando Miros y Klasnic abandonaron la zona, eran aprovechar la estancia allí de los de Vallecillo para proyectar un camino entre cuevas y que además diera una salida fácil desde las montañas hasta el Valle de las “Águilas” por el oeste y hasta el Valle de los Pájaros por el este. Por su parte, los constructores de Vallecillo, se lo tomaban como un nuevo reto, aburridos como estaban, ya que en Vallecillo, ya habían rizado el rizo en cuanto a construcción se refiere.

Desde allí, Miros y Klasnic se dirigieron al Valle de los Pájaros, pero en vez de utilizar el peligroso camino que usó Miros en su primer viaje, pasando a través del Valle de las “Águilas”.

Se encontraron un lugar más defendido que una fortaleza. Las órdenes dadas en su día por Miros a aquellos jóvenes, habían dado lugar a un círculo inexpugnable. Toda la imaginación de aquellos adolescentes se había puesto en marcha para idear innumerables formas de defensa, desde trampas hasta muros de vegetación.

Miros estaba asombrado, además, del buen mantenimiento de las casas y almacenes y del buen cuidado que se había hecho de los frutales y de las huertas. Sin duda, Ana quedaba en buenas manos, y además aquello parecía un paraíso.

Klasnic dirigía miradas nostálgicas hacia las montañas por las que había llegado.

Cuando se fueron, se fueron alegres de aquel lugar abarrotado de juventud, alegría y entusiasmo.

Se dirigieron por el bosque hacia el lugar en que ambos creían que se encontraba la entrada hacia el paso del pantano. Nunca antes lo habían cruzado solos.

Encontraron la entrada fácilmente, pero enseguida se perdieron, pronto estuvieron mojados de la cabeza a los pies, riéndose de su propia torpeza, y recordando a los muchachos que les habían guiado por allí con mayor respeto y admiración, valorando un poco más su labor.

A pesar de haberse extraviado varias veces, llegaron a Vallecillo, llenos de barro, sucios, con arañazos, con alguna que otra sanguijuela pegada a sus piernas y agotados.

Los muchachos, los recibieron como a héroes al verles, pero luego, cuando les iban contando lo mal que se habían orientado por el pantano, los chicos les fueron bajando del pedestal hasta el más abajo del suelo, pues las burlas y las bromas, hicieron que la gente se riese tumbada por el suelo, sobre todo cuando les quitaban las sanguijuelas que se habían pegado a sus piernas.

Por primera vez, subieron a una de aquellas casas construidas sobre la pared de la montaña. Allí, les pusieron al día. El comercio de Vallecillo, estaba prosperando tan deprisa, que los almacenes se estaban construyendo en el suelo, porque no daba tiempo a nada más. Hasta allí llegaban los alimentos que voluntariamente enviaba la gente de más al sur para introducirlos en la zona perjudicada, que era el Valle de las “Águilas”.

Les contaron que los pueblos del Valle de los Vientos, se estaban repoblando rápidamente, al igual que los pueblos del Valle del Destierro.

Klasnic, había enviado a parte de sus hombres a proteger la frontera sur del Gran Valle, tanto en el Valle del Destierro como en el Valle de los Caballos. Y esa, era su última misión a sus órdenes, Orey, como pago a sus servicios, había dispuesto que los hombres que habían luchado y no habían sido pagados, podrían asentarse en el Valle de la Guerra, que estaba  deshabitado, y también en las llanuras del Valle de los Vientos, allí, donde no hubiese otros.

Esta colonización, se iba produciendo con armonía salvo pequeñas disputas.

Entre los mercenarios, y otros, habían ido poblando el Valle de los vientos aquí y allá, estableciendo puntos de descanso entre la ribera del río Nospe y las montañas.

Cuando Miros llegó al Valle del Destierro, quedó sorprendido, las construcciones eran fuertes, los habitantes, se habían concentrado en núcleos un poco más grandes, y gracias a la gente de Klasnic, habían organizado una vigilancia constante en la frontera sur. Algunos de los hombres de Klasnic se establecieron allí mismo, otros, se fueron dispersando por otros valles, era la separación definitiva. Klasnic se sentía como si sus hijos se hubiesen hecho adultos y ya no le necesitasen.

En el Valle del Destierro, Orey era un ídolo, les había liberado de un yugo que les llevaba atormentando durante décadas.

Algunos de los constructores de Vallecillo, junto con expertas en las minas del Valle de las “Águilas”, estaban trabajando en la inclinada ladera que daba al sur, la idea, era conseguir construir un camino, por mucho trabajo que costase y por mucho tiempo que se tardase, por el que poder introducir ganado vacuno y caballar en el Gran Valle, lo mismo, se estaba intentando hacer, al otro lado del río.

En el Valle de los Caballos, el camino hacia el sur estaba más avanzado, pues la pendiente no era tan pronunciada, por allí, con mucho trabajo, y utilizando métodos para tranquilizar al animal, se había introducido en el Gran Valle el caballo utilizado por Orey.

A la vez, desde estos dos valles que hacían frontera con el sur, se había negociado con las viudas de los invasores muertos en la guerra, ellas necesitaban de todo, sobre todo mano de obra. Finalmente, se decidió, que podrían venir a vivir al Gran Valle una vez que se hubieran construido los caminos, eso sí, con la condición de que llevasen consigo caballos y vacas.

Se trasladó un destacamento para controlar el puente en territorio enemigo, que pasó a ser territorio del Gran Valle a cambio de protección, allí, se vigilaría y se lucharía contra las posibles invasiones de otros pueblos, pero las verdaderas defensas, comenzaban en las laderas del sur del Gran Valle, donde se comenzó a amurallar.

El Valle de la Guerra, estaba desconocido, estaba cultivado, centenares de personas se habían quedado en él, y el tránsito de gente desde el Valle de los Caballos se triplicó.

Los supervivientes de la guerra, se estaban estableciendo en paz.

Al principio, todo el mundo, ayudaba con lo que podía, luego, Orey, estableció una serie de personas respetadas en sus respectivos valles, para que se hicieran cargo de los impuestos necesarios para mantener el palacio convertido en hospital, para construir las murallas del sur, y nuevos puentes, para mantener un ejército, el cual a su vez, mientras no hubiese guerra, debería cooperar en la construcción de puentes caminos y otras construcciones públicas.

Miros se quedó en el Valle de los Pájaros, con Ana, la cual había dado a luz un niño enorme, tanto como sus tíos muertos, Tilo y Martín. De vez en cuando, Miros viajaba hasta el arroyo por donde llegó al Gran Valle, miraba el hueco por el que apareció, y luego se iba desechando la idea de regresar.

Ana era feliz, estaba formando una familia, donde Sara y Andrea eran como sus hermanas.

Klasnic y Eusina, disfrutaban de una fuerte amistad, que les mantenía juntos vigilando fronteras, manejando el ejército, y haciendo cumplir la ley. La convivencia entre ambos dio lugar a una especie de relación amorosa, que iba y venía.

Orey, seguía siendo Orey, y eran incapaces de retenerla en el puesto que ocuparía una reina, y siempre estaba por todas partes, viajaba a todos los valles, supervisando que todo fuese bien. Pasaba mucho tiempo en Vallecillo, y cuando coincidía con Eusina, se bañaban en el arroyo donde se encontraba su lugar secreto.

“Queñín”, dejó las cuevas en manos de los jóvenes, se limitó a ayudarles en lo posible. La mayor parte del tiempo, se lo pasaba en el Valle de la Guerra, pues allí, estaba cerca de todos, era un buen lugar, y era muy respetado por los que se habían quedado a vivir allí.

El Gran Valle prosperó. Hubo muchos conflictos, como en todas partes. También hubo épocas de escasez que se superaron con suficiencia. Pero sobre todo, era un valle unido, en el que todos eran iguales, donde la vida era justa, y además, tenía una buena defensa rechazando todos los intentos de invasión de una forma arrolladora, en la que no tuvieron muchas bajas.

Miros, cayendo accidentalmente por aquella abertura, cambió la historia del Gran Valle.



FIN

RUBÉN FERNÁNDEZ TOMÉ

5 comentarios:

Mercedes Vendramini dijo...

Querido Rubén,
he seguido esta historia con interés y placer. Aquí entregas el final. En él observo alegre que después de tanta lucha, todos alcanzan la paz.

Admiro tu habilidad para relatar con tantos detalles desde lo más ínfimo a lo más importante. Tu imaginación despliega aquí infinitas imágenes que capturan al lector por minuciosas y de mucho realismo.
Y me quedo con la sensación de que debo decir mucho más!!!
Perdón por mi falta de habilidad para una crítica más correcta.

Ha sido una hermosa tarea leerte!!!

Mis cariños y felicitaciones.

Ruben dijo...

Mercedes, es admirable como has llegado hasta el final de la lectura, mientras los otros 40 lectores iniciales, se quedaron por el camino, tu, has llegado en solitario a la meta. Solo por eso, ya ha merecido la pena, mientras una sola persona continuase con la lectura, yo seguiría publicando. Espero que Eduardo también haya llegado al final.

Pluma Roja dijo...

Vine a saludarte y me encuentro con el final de tu relato. Quizás no fui tan persistente en esto últimos capítulos, pero realmente estoy fuera. Hoy pasé rápido y me encuentro con el final. Me uno al comentario de Mercedes, tienes una gran habilidad para el relato y naturalmente un gran imaginación.

¡¡FELICITACIONES!!

Espero regresar pronto. Para mientras estaré entrando en cualquier noche para comentar a mis buenos amigos.

Hasta pornto Rubén.

Ruben dijo...

Aida, tienes todo el tiempo del mundo para ponerte al día, puesto que esto se terminó.

Eduardo Fanegas de la Fuente dijo...

Bueno, aún no lo he leido todo, como te dije me lo iba a imprimir para leerlo tranquilamente. Así que en eso estoy, ya te contaré :-)