viernes, 17 de junio de 2011

6.- MIROS: EL DESAFÍO

Miros no lo planteó, en la primera cueva que encontró, allí lanzó el desafio. Plantado al pie del poblado, vio como desde el fondo, donde se encontraba la cueva propiamente dicha, se acercaba un hombre corpulento, todo el mundo se apartaba a su paso, no se trataba de Quinos, el cabecilla de aquellos bárbaros, tampoco se trataba de Nano, porque su cueva era la más lejana. No sabía quién era, su aspecto era feroz, al igual que sus armas, un hacha grande, y una espada aun más grande.
- Soy Oktú, ¿acaso no has oido hablar de mí?, ¿cómo te atreves a desafiarme?, ni siquiera eres de los nuestros.
-Yo soy Miros, con eso te basta, y te lo digo para que sepas quién te ha dado muerte.
-Otros muchos han dicho eso antes, pero ninguno ha sobrevivido. claro, que ninguno fue tan cobarde para hacerse acompañar por la gran Eusina.
-Yo no intervendré, Oktú,-dijo la aludida-, a menos que la pelea sea injusta y tratéis de luchar más de uno. Mientras la pelea sea entre tú y él nada más, yo no haré nada.
-Está bien, para que esperar más, hace tiempo que no me divierto.
Oktú se despojó de su capa, y cogió su hacha con las dos manos, se acercaba a Miros que ya estaba preparado con su espada. Oktú venía sonriendo, seguro de sí mismo. Miros no tenía miedo, si moría, quizás iría a reunirse con sus seres queridos, además, aquel hombre se acercaba con movimientos altivos, sin guardar ningún tipo de precaución, como si fuese a matar a un cordero.
Había niebla, mucha humedad, frío. Cuando Oktú estuvo a diez metros de distancia, comenzó a correr en dirección a Miros, éste, no se movió hasta el último momento, entonces, hizo una finta, saltó a un lado esquivando el hacha por milímetros. Cuando el hacha golpeó en el suelo donde antes había estado Miros, ya no se movió más, la sangre de Oktú saltaba a borbotones de su cuello, donde Miros le había herido con un movimiento tan rápido, que casi nadie lo había visto. La sangre cubrió el hacha y el suelo, y Oktú murió rápidamente. Una mujer, anciana ya, cogió el hacha, con el que apenas podía, y se ensañó con el cadáver, poco a poco, otras mujeres y jóvenes, fueron apartando a la anciana, algunos la imitaron con cuchillos y otras armas improvisadas. No quedó nada reconocible de Oktú.
Eusina y Miros estaban espantados, pero al no ser conscientes de la mala vida que esas personas habían llevado en aquella cueva, no se decidieron a intervenir. Recogieron sus cosas, y se dirigieron a otra cueva. Los habitantes de la cueva de Oktú, al ver que Miros no ocupaba la cueva, se sorprendieron y no supieron qué hacer al verse libres por primera vez en sus vidas, algunos se reían y otros gritaban, algunos jóvenes seguían a distancia a Miros y a Eusina. Era la primera vez que veían a Eusina, pero su fama la precedía, y las hazañas que de ella habían oído, la habían convertido en su heroína, no podían creerse que la misma Eusina, la mejor guerrera de las “águilas”, hubiese venido a ocuparse de ellos.
Al mirar atrás, Miros, veía preocupado a la veintena de jóvenes que les seguía, no sabía si le seguían porque querían vengar a su jefe o por curiosidad. Cuando acamparon para pasar la noche, los jóvenes, se acercaron sin hablar, se encargaron de preparar la hoguera, de buscar qué comer, icluso de cocinarlo.
Miros se sentía halagado. Eusina, se sentía avergonzada de que los jóvenes la sirvieran, y se puso a ayudar.
Casi no pudieron dormir, les hacían multitud de preguntas.
Al día siguiente, reanudaron el camino, y a media mañana, llegaron a otra cueva, según sus compañeros de viaje, era la cueva de Quinos. Miros recordó que Quinos era un salvaje pequeño y peligroso, el cabecilla de todos los demás. Tendría que tener más cuidado, y si, intentaba humillarle y jugar con él como le había contado Nuño, se aprovecharía de eso para vencerle.
Quinos le había visto venir de lejos, no sabía nada de lo sucedido con Oktú, pero al ver a los acompañantes de Miros, dedujo lo que había sucedido. Antes de que llegasen hasta él, envió un mensaje advirtiendo de la situación a las otras cuevas, uno a Queñín, otro a Lato, otro a Nano y otro a Mutiu.
- ¡Quinos!, me llamo Miros, y vengo a desafiarte.
-No te conozco, y sin duda, tú mi tampoco, si no, no te atreverías a desafiarme, a no ser que quieras morir, y te aseguro, que hay otras maneras más rápidas y menos dolorosas para morir.
-No quiero morir. No voy a morir-respondió Miros-. Solo voy a matarte, no creo que me muera por eso.
-Eres muy valiente, o muy tonto para decir eso. De todas formas, hoy no lucharé contigo, vuelve mañana.
-Bien, volveré mañana, ya veo que no tienes valor para luchar contra mí sin que te protejan tus amigos.
- Tu lo has querido, esta noche, mis perros comerán lo que quede de ti, a no ser… que todavía te tenga un poco vivo.
Quinos se preparó para la lucha. En una mano llevaba una espada no muy grande, pero se la veía bien equilibrada. En la otra mano, un puñal corto. Cuando se acercó a Miros, Quinos, se mostró mucho más prudente que Oktú, sus movimientos eran felinos, precavidos, y no atacó, esperaba el ataque de Miros, éste, no tuvo más remedio que comenzar la lucha. Pronto se demostró que Quinos era mucho más peligroso que Oktú, pero no era rival para Miros, o eso parecía… porque cuando Miros ya había empezado a creer que vencería fácilmente, quinos modificó su ataque con un ímpetu renovado, que a punto estuvo de sorprender a Miros. Aquel hombre, se las había ingeniado para perfeccionar una técnica, con la cual, atacaba con el puñal corto muy rápidamente, a la vez que distraía con la espada. Miros se veía incapaz de parar aquel torbellino, hizo una voltereta para tomar un respiro, en ese instante, Eusina le lanzó una de sus espadas, Miros la asió con su mano izquierda, y pudo parar a tiempo el nuevo ataque.
Durante unos minutos, el final del combate era incierto, Quinos se había dado cuenta de que enfrente no tenía un rival cualquiera, y se estaba tomando la pelea muy en serio. Miros empezó a sentirse cansado, las vivencias de los días precedentes, empezaban a hacerle mella. Se dio cuenta de que no podría resistir mucho tiempo, y en cuanto su adversario se diese cuenta, no arriesgaría, limitándose a desgastarle. Tenía que precipitar el final lo antes posible. Imitando un movimiento que Eusina había usado contra él en su primer encuentro, consiguió, aprovechando la inercia del ataque de Quinos, que éste saliese despedido unos metros, mientras se volvía, Miros lanzó la espada de su derecha con todas sus fuerzas y con toda la puntería de que era capaz contra Quinos, y acto seguido saltó hacia él, mientras Quinos desviaba la espada que volaba hacia su cuerpo, Miros descendió de un salto clavando la espada de su mano izquierda en el cuerpo de Quinos, la espada entró por el pecho y salió por un costado. Las armas de Quinos cayeron al suelo. La última mirada era de incredulidad. Murió. Se hizo un silencio sepulcral, la gente miraba atónita al invencible vencido.
Otra vez una mujer, salió de entre la multitud para intentar poner una cuerda alrededor del cuello de Quinos, al igual que el había hecho con algunas personas, pero la mujer no era capaz, todo su cuerpo temblaba y se estremecía. Eusina, retiró la espada del cadáver, la limpió y dijo:
-Has tardado mucho, si te descuidas te mata.
-Era un buen guerrero -dijo Miros-, Eusina, mejor que la mayoría de los que he visto. No me mires así… ya se que tu habrías tardado menos.
-Estás sangrando…
Y en cuanto dijo eso, varias personas se acercaron con la intención de curar a Miros, que tenía un corte en el costado. No era grave, pero dado que se avecinaba tormenta, podría costarle una derrota, y con ello la vida.
El cuerpo de Quinos estaba siendo arrastrado por el suelo en dirección a los perros, pero Eusina, no lo permitió, y obligó a todos a dejar al muerto en la entrada del poblado por donde, sin duda, no tardarían en llegar los otros.
Mientras ocurría todo esto, el mensaje había llegado a todas las cuevas, y tanto Nano como Lato y Mutiu, se dirigieron hacia la cueva de Quinos. También Queñín debía dirigirse hacia allí, porque si Miros había fracasado, irían a por él si no acudía, no temía la derrota, tenía suficientes jóvenes para derrotarlos, pero no podría evitar algunas bajas que, en ese momento no interesaban, eso, aparte del cariño y afecto que tenía por todos ellos. Eso si, se demoraría en llegar todo lo que pudiese.
Cuando Nuño y Gilés divisaron desde la montaña, que Nano abandonaba su cueva, fueron de cueva en cueva, explicando lo que sucedía, y en cada una de ellas, el grupo iba creciendo a medida que se acercaban a la cueva de Quinos.
Cuando llegaron los tres, Nano, Lato y Mutiu, lo primero que vieron fue el cuerpo de Quinos, y entonces se dieron cuenta de que quien desafiaba, era poderoso, demasiado para cualquiera de los tres por separado, no veían ni a Quñín ni a Oktú. No sabían qué pasaba, si el vencedor había tomado posesión de la cueva, o si representaba un problema mayor.
Eusina, les explicó, que tendrían que enfrentarse a Miros todos ellos, omitiendo el detalle de que Miros, no estaba bien. Les advirtió de que si intentaban luchar más de uno a la vez, ella entraría en el juego a favor de Miros.
- No haremos tal cosa, que se conforme con esta cueva.-dijo Nano.
-No quiere la cueva, solo quieres mataros.
-¿Por qué?, ni siquiera sabemos quién es.
-Es un favor que le debe a alguien.
-¿A quién?
-¡A mí! -gritó Nuño desde lo alto de la montaña, y por todas partes, aparecieron hombres, mujeres y jóvenes de todas las cuevas rodeando todo el poblado de la cueva de Quinos.
-Esperaremos a los otros, y lucharemos juntos contra el forastero, y… Eusina, si decides luchar… pues lucharemos.
-No esperéis, no hay nadie más, Oktú ha sido derrotado por Miros, y Queñín no ha venido.
-¡Vendrá!
- Aunque venga, no intervendrá, porque a él nadie le está desafiando, solo a vosotros.
-¡Claro!, no podría con él.
- Tampoco parecía que pudiese con Quinos. Pero no es por eso, aquí, se va a luchar por la libertad y la injusticia, y Queñín es justo, y su gente es libre.
Dicho esto, Miros cayó al suelo muy debilitado por la herida, no podría luchar una vez más de momento. Pero Nano, secundado por Lato y por Mutiu, se percató de la situación y atacó.
Eusina, se interpuso entre ellos y Miros, sacó sus espadas, y todos los presentes supieron el por qué de la fama de Eusina. El combate, como casi todos los de ella, duró apenas un minuto, a medida que los tres llegaban, cayeron sin saber por dónde habían sido heridos, los tres estaban muertos, las heridas que Eusina provocaba, nunca eran al azar, siempre eran mortales y precisas.
La gente estaba boquiabierta, en dos días, Miros y Eusina, habían puesto fin a muchos años de esclavitud e injusticia. Eran unos héroes, no todo el mundo odiaba a los jefes muertos, pero en una sociedad donde los cambios de jefe y las muertes estaban al orden del día, pronto se acostumbraron a la nueva situación.
Aquella gente quedaba libre, y no sabía que hacer con su libertad. No sabía hacia dónde ir, ni qué hacer. Muchos se quedaron donde estaban, otros se unieron a Queñín. Aquel hombretón, estaba complacido, ver a toda esa gente libre, protegida por él y su pequeño séquito de jóvenes, era el sueño de su vida.
En los días que siguieron, surgieron infinidad de problemas, que se fueron resolviendo poco a poco, unos mejor que otros. Crear una nueva sociedad, nuevas normas y nuevas costumbres, sería difícil y llevaría tiempo, tanto como olvidar las antiguas.
Gilés y Queñín, intentaban encontrar una nueva forma de gobierno, que impidiese la anarquía y disgregación de aquella gente. Aun así, algunos decidieron marcharse de aquel lugar, y unos pocos, decidieron seguir a Miros y a Eusina fuesen donde fuesen.
De esta manera, Eusina, primero intentó deshacerse de ellos, y luego, intentó enseñarles lo más básico para luchar.
En cuanto Orey se unió a ellos, surgió una cualidad innata y desconocida en ella para la intendencia de un campamento. Sorprendentemente, se encargó de organizar a todos, las comidas, las letrinas, los trabajos, los enfermos, los animales, hasta el punto de que se formó una cola delante de ella para preguntar qué hacer.
Orey no tenía, ni había tenido ninguna deficiencia, era infantil, si, pero era muy inteligente si le interesaba el tema. La lástima que sentía por toda aquella gente, la hizo pasar a la acción, y el hecho de tener a “Luna” pegada a sus pies, imponía respeto y seriedad.
En dos semanas, Miros estaba recuperado, Eusina, había escogido algunos jóvenes con cualidades para defender aquella zona, que en adelante seguirían a las órdenes de Queñín. No se pudo evitar que una quincena de jóvenes, se empeñase en acompañar a Miros y Eusina. Orey, una vez tuvo todo más o menos organizado y orientado a un buen funcionamiento, no se planteaba otra cosa que acompañar a Eusina aunque ésta se dirigiese al mismísimo infierno.
Tal era la desenvoltura de Orey, que Gilés y Queñín, la ofrecieron liderar a todo aquel pueblo, siendo ellos, los encargados de la formación como personas y de la formación como guerreros respectivamente, pero Orey no era ambiciosa, y no quería llamar la atención de las “águilas” que la perseguían sobre aquel pueblo.
Sin embargo, Eusina, tenía a las “águilas” continuamente en la cabeza, tenía una deuda pendiente con ellas, y algún día se la cobraría.
Por fin un día, Miros decidió que debían irse. Eusina, estuvo de acuerdo, y un grupo compuesto por ellos dos, Orey, y una quincena de jóvenes, hombres y mujeres, partieron de nuevo.
Eran un grupo pequeño, que se había unido a la loca idea de Miros de hacer justicia allí donde fuesen. Su vida se presumía muy corta.
Y así, se encaminaron desde las montañas hacia el primer valle.

4 comentarios:

Mercedes Vendramini dijo...

Este es el tipo de historias que me gusta! y no soy experta en narrativa ... - Me gusta y me gusta! Despierta mi interés y sigo ansiosa cada episodio. El mapa me encanta!!!

Insisto: TIENES QUE PUBLICAR!!!

Te dejé respuesta en mi blog! Y gracias!

Mis cariños!

Eduardo Fanegas de la Fuente dijo...

Se te da muy bien narrar esta odisea y que acompañemos a Miros en su viaje. La lucha contra los jefes me ha parecido corta, demasiado fáciles de matar para la organización de las cuevas. Pero me gusta la historia :-)

Ruben dijo...

Mercedes, el mapa no hay por dónde cogerlo, con tal de que se oriente uno nos vale. Publicar no me atrevo, me da miedo hacer el ridiculo.

Eduardo, tienes razón, esta es una de las cosas que tendría que mejorar o cambiar si me pusiese a hacer de este "boceto" algo más serio.

Anónimo dijo...

Hoy es que tengo mucha prisa pero mañana , pasare vale un saludo Lm