jueves, 23 de junio de 2011

7.- MIROS: EL VALLE DE LOS PÁJAROS

El valle de los pájaros, se llamaba así, porque el río Nospe, a su paso por este valle, recibía un afluente, que, a su vez, recibía varios arroyos, que discurrían por el enorme bosque que ocupaba todo el valle, en ambas orillas de este río, los árboles, parecían precipitarse en el lecho de las aguas. Las orillas eran infranqueables en casi todo su curso, salvo pequeños senderos que los animales usaban para beber. Estos árboles, que se entrelazaban en la margen del río, estaban llenos de nidos de aves, se podía decir que no cabía ni uno más. Por eso se le llamaba el valle de los pájaros, a pesar de que en el resto del bosque, la presencia de los pájaros era la normal de cualquier otro bosque.
El Valle de los Pájaros, era el lugar habitual donde se realizaban cacerías por parte de las gentes de otros valles, generalmente del Valle de las “Águilas”, que se encontraba en la otra margen del río Nospe, el Valle de los Pájaros se encontraba al este, y el Valle de las “Águilas” al oeste.
Este valle, estaba casi deshabitado, a no ser por algunos cazadores solitarios, muy difíciles de sorprender, porque el bosque también servía de refugio, a algunos bandidos, ladrones, y otros perseguidos. Incluso, se hablaba de una bruja.
Eusina pensó en pasar una temporada escondidos en este valle, para pasar desapercibidos, y a la vez estar al corriente de las cuevas y de las “águilas”, dada su cercanía de ambos lugares.
El bosque daba lugar entre las mujeres del Valle de las “Águilas”, a infinidad de leyendas y fantasías, y lo mismo, para el resto del Gran Valle. Todo el Gran Valle, estaba atemorizado por las posibles bestias y brujas que habitaban el Valle de los Pájaros. Todos esos pueblos, guerreros y valientes, se veían amedrentados por sus propias supersticiones, normalmente, miedos infundados, pueriles, e incomprensibles para Miros, que jamás en su vida creyó en nada que no pudiese ver.
A medida que avanzaban por el bosque, Miros, se sentía feliz, la humedad y la sombra del bosque, le recordaban los bosques de su niñez, incluso el gorjeo de los pájaros, la corriente lejana del río, el olor… se sentía como en casa. Pero detrás de él, en fila india, iban asustados todos los demás, Miros no se percataba de ello, y Orey, en el último lugar de la fila, tampoco se daba cuenta de nada, absorta en la cantidad de plantas y hongos que veía por todas partes, entusiasmada con las posibilidades aromáticas, culinarias y medicinales de aquellas plantas, tan valiosas, y que estaban allí al alcance de la mano, por un momento perdió de vista a sus compañeros, mientras recogía algunas de esas plantas. Orey se limitaba a seguir a “Luna”, sin preocupación, convencida de que la perra seguía a Miros.
De pronto, Miros se topó con unas cuantas calaveras empaladas en unos palos, o bien colgadas de los árboles, a su vez, en el suelo, huesos humanos, descolocados. Tanto las calaveras, como los huesos, se extendían a derecha e izquierda, como marcando un territorio.
Llegados a ese punto, nadie se atrevió a continuar, ante el pasmo de Miros, que no entendía el por qué de su miedo. Incluso Eusina, estaba asustada, le parecía increíble, que la mejor guerrera imaginable, tuviera tanto miedo de unos simples huesos.
-No tengo miedo de los huesos -le dijo en un aparte-, tengo miedo de la bruja que vive más allá de este límite. Nadie, ni bandidos, ni cazadores, ni invasores, nadie atraviesa jamás este límite. Incluso aquí corremos peligro de que nos despoje de nuestra carne con sus hechizos y desparrame nuestros huesos por su territorio.
-No puede ser lo que estoy oyendo, Eusina, que tengas miedo ¡tú!
-Si mi espada pudiera contra esa bruja, entonces no tendría miedo.
-¿Alguna vez la has visto?
-No, nadie la ve, tiene que ser muy vieja, pues desde siempre he oído de desapariciones en este bosque, pero nadie que la haya visto ha regresado.
-Una sola bruja, Eusina, no me da miedo. -respondió Miros.
-No puedo evitarlo. Nadie del Gran Valle puede evitarlo. -dijo Eusina.
-Voy a traspasar ese límite, lo haré solo, si no vuelvo, idos de aquí, podéis esperarme hasta el anochecer, quedan muchas horas de día, veremos si esa bruja, existe más allá de vuestra propia superstición.
-No comprendo -dijo ella-, no temes por tu vida, a pesar de que estás viendo como terminaron los que lo intentaron.
-Mira, Eusina, de joven, las supuestas brujas de algunos bosques, me ayudaron, me dieron comida, cobijo, y tengo que decir que solo la superstición, y el miedo a sus conocimientos sobre las plantas que nos rodean a todos nosotros, hicieron que se aislasen de los demás.
-Con esta bruja te equivocas, si no fuese una bruja, cómo se explican los huesos, su longevidad, hace más de cien años que desaparece gente por aquí.
-Eso es lo que quiero saber, Eusina,cuando vuelva te lo cuento.
-Te advierto que nos iremos de aquí antes del anochecer, no pienso pasar la noche cerca de este lugar.
En ese momento llegó Orey entusiasmada con sus hierbas, con sus setas, que traía recogidas en un paño, mientras Miros se adentraba en aquel lugar, Orey, sin parar de hablar, seguía a “Luna”, que a su vez seguía a Miros en aquel siniestro sendero.
-Orey, ¿dónde vas?, ¡no puedes entrar ahí! -gritó Eusina.
-¡Pero si voy con Miros!
-No ves que es el territorio de la bruja. -gritó de nuevo Eusina sin atreverse a seguirles.
-Bueeeno, no te preocupes, ya se lo explicaré todo cuando la vea. - y siguió hablando para sí- ¡Bueeeno! ¡cómo está esto de huesos!, debía ser un cementerio o algo así, o a lo mejor hubo aquí una batalla - dijo a Miros, que era el único que podía oirla-.
-Orey, ¿tu no tienes miedo a la bruja? -preguntó Miros-.
-¿La bruja?, ¿Qué es una bruja?, yo no se lo que es una bruja.
- Mejor, Orey, mejor. Sígueme anda.
Orey, en su vida apartada de todo, recibió información solo de lo que su madre y su abuela querían, y aparte de eso, su afición por las plantas, por los aromas, y otras sustancias, que aprendió de las cocineras que la servían en el Valle de las “Águilas”. Pero nadie habló nunca con Orey de brujas, encantamientos ni supersticiones, en su cerebro práctico, no había sitio para cosas sobrenaturales, pues no las entendía. Seguía a Miros y a “Luna”, tan contenta, sin miedo de nada, pues no tenía constancia de ningún peligro.
Miros caminaba cada vez con más dificultades, pues la vegetación era cada vez más espesa. El bosque allí, formaba un muro infranqueable, y a pesar de su curiosidad, se temía que tendría que dar media vuelta, y regresar con los demás, sin embargo, cuando se decidió a regresar sobre sus pasos, vio como Orey, que seguía a la perra ensimismada con sus pensamientos sobre hierbas, avanzaba por otro lado, parecía seguir un sendero que Miros no podía ver. Decidió seguirla, y pronto se dio cuenta, de que a pesar de lo impenetrable de aquel sendero invisible que seguía “Luna”, las ramas eran pequeñas y cedían fácilmente, franqueando el paso con flexibilidad y sin romperse.
Siguieron así durante una media hora, dando curvas, girando hasta perderse, sin ver apenas la luz del sol. De pronto, el bosque comenzó a ser menos denso, el sendero empezó a ser visible, y luego, al poco tiempo, caminaban entre algunos árboles frutales, separados unos cinco o seis metros unos de otros, estaban en flor, pero se veían las ramas de las podas recogidas en montones. Caminaron unos metros más, y se toparon con un claro soleado, cuidado, con su huerta y su casa de madera en el medio. No se veía a nadie, se fueron acercando a la casa, Orey canturreaba tan contenta, si darse cuenta de lo excepcional de aquel lugar en medio de un bosque. Estaban muy cerca de la entrada de la casa, y no se veía a nadie. De pronto “Luna” salió disparada detrás de un gato… sí, un gato, ambos dieron unas vueltas armando un gran alboroto, que terminó cuando Orey, temiendo por la vida del gato, corrió veloz y recogió al gato cuando éste ya estaba a punto de ser mordido. El pobre gato miraba asustado desde los brazos de Orey a su perseguidora, que, a una orden simultanea de Orey y de Miros, se detuvo en seco. Orey, se reía con todas sus ganas.
La puerta de la casa se abrió de pronto, y una mujer joven, de unos treinta años, apareció por ella, estaba asustada, sorprendida de verlos allí, hizo ademán de entrar de nuevo, pero en el giro, cayó desmayada.
Orey soltó el gato, y corrió hacia ella, estaba inconsciente. Miros, recogió aquel frágil cuerpo, pesaba muy poco, y ardía de fiebre. Cuando entraron el la casa, lo primero que vieron fue un desorden que se contradecía con los cuidados alrededores de la casa, algunas ollas sin lavar, ya muy usadas, comida fría, y lo más sorprendente, a otras tres supuestas brujas en otros tantos camastros. Miros depositó a la que llevaba en brazos en el camastro que quedaba libre, mientras Orey examinaba a las otras mujeres.
-Miros, estas mujeres, están enfermas, todas ellas tienen fiebre, necesitamos que ese joven que nos acompaña vea como están, el sabe algo de curas y de medicinas.
-Iré a buscarle.
-Que traiga su bolsa de medicinas.
-¿Te quedas?
-Sí, me quedo, esto necesita una limpieza, y ellas también, llévate a “Luna”, así llegarás antes.
-Intentaré convencerles a todos de que me acompañen, este lugar parece más seguro que donde se encuentran.
Miros salió corriendo, la perra, entendiendo la prisa de éste, enseguida se puso al frente. Hicieron el recorrido de vuelta mucho más rápido. Cuando salieron por fin, todos se asustaron, al no ver con Miros a Orey, sobre todo Eusina, que ya estaba muy nerviosa de por sí. Casi no dejaba que Miros se explicase, le atosigaba a preguntas. Finalmente, se hizo entender, pero le llevó más tiempo convencerles a todos de que le siguiesen. Lo consiguió a duras penas.
Cuando llegaron a la casa de las brujas, era ya muy avanzada la tarde. Entre todos, montaron un campamento en los alrededores, como no veían nada que indicase que aquellas mujeres eran brujas, se fueron tranquilizando, aunque a ello ayudó mucho, el grave estado en que se encontraban esas mujeres.
Orey, estaba muy preocupada por la mayor de todas ellas, que era ya muy anciana, estaba muy grave, y la fiebre era muy alta, deliraba, y las infusiones que en las otras tres estaban haciendo un buen efecto, en ella parecía empeorar su estado.
Dos de aquellas mujeres, eran idénticas, parecían gemelas, la otra, era muy diferente, pero de una edad similar, las tres rondarían la treintena de años, mientras la anciana, parecía rebasar los setenta.
Los componentes del grupo, fueron explorando el terreno, y se fueron tranquilizando, sobre todo después de pasar la primera noche sin percance alguno, el lugar era más bien tranquilo, y aunque no se veía ninguna muralla, era sin duda una fortaleza.
En la segunda noche, las jóvenes mujeres fueron mejorando, y recuperaban poco a poco el conocimiento, abriendo momentaneamente los ojos, sin reconocer a las personas que veían. En la cuarta noche, la anciana murió. Orey, lloró de impotencia, pero se sobrepuso de repente, y de nuevo se hizo cargo de todo. Envió a unos a buscar comida fuera en el bosque, dado que en aquella cabaña no había comida para todos. A otros les encomendó tener agua siempre disponible, a otros calentar parte del agua para cocinar y asear a las enfermas, ella misma, acompañada de Eusina, salió en busca de comida ligera, alguna verdura. También envió a Miros al río a intentar pescar algún pez. En unos minutos organizó aquel lugar de modo que todos estaban ocupados.
En su quinto día allí, todo funcionaba, todos tenían una función, algo en lo que estar ocupados. Una vez los trabajos más urgentes estuvieron realizados, se comenzó a construir un tejado que protegiese a todos los que estaban fuera de la casa en caso de lluvia, porque en esos días de primavera, por dos veces, la mitad de ellos, se habían empapado.
Miros, no se fiaba de estar protegido por unos huesos inofensivos, que funcionaban solo con supersticiosos, así, patrullaba de vez en cuando el perímetro de huesos, y estableció turnos para ello, también salía de vez en cuando alguien a explorar por el resto del bosque.
Cuando aquellas mujeres recuperaron el tono, estaban tan asustadas, que el miedo irracional que habían tenido en aquel grupo por temor de que fuesen brujas parecía ridículo, incluso, no había en la casa nada que indicase la preparación de pócimas o de brebajes, tan solo utensilios normales en cualquier casa.
- ¿Quiénes sois? -preguntó una de ellas-.
-No tengas miedo -dijo Orey-.
-No lo tengo, si quisieras hacernos daño, no te habrías molestado en salvarnos.
- No te preocupes de quiénes somos, somos amigos -dijo Eusina-, nosotros creíamos que erais brujas.
-De eso se trata, de aprovechar que la gente del Gran Valle es tan supersticiosa, que eso nos protege.
-Ya, pero ¿cómo explicas todos esos huesos?
-Esos huesos, pertencen a un cementerio muy antiguo que se encontraba en este lugar, hace muchos años, la primera mujer que llegó aquí los encontró al excavar su huerto, como tuvo miedo, y no quería abandonar lo que ya había construido, fue llevándose los huesos lo más lejos que pudo, no con la intención de asustar a nadie, sino para espantar su propio miedo, aunque sin darse cuenta, marcó un territorio, al perímetro de huesos, se han ido sumando otros huesos encontrados en el bosque de otras personas, e incluso los huesos de las anteriores residentes de este lugar, forman parte de él, durante muchísimos años, en este lugar se han sucedido varios habitantes, ha habido algunos hombres, pocos.
-No entiendo nada -dijo un joven, y llegado a este punto, cada persona estaba pendiente de la historia de aquellas mujeres.
-¿Cómo os llamáis?, yo me llamo Orey.
-Yo me llamo Ana, -Miros se estremeció al oír el nombre de la que fue su mujer-, y ellas son Sara y Andrea, son gemelas.

5 comentarios:

Rafa dijo...

el valle de los pajaros... bonito nombre, sí.

estoy deseando ver como continua esto.

orey es muy fuerte e inteligente, sí, no es supersticiosa y es muy solidaria... es el personaje que más me gusta.

Ruben dijo...

Eddie, sin duda, es el personaje más entrañable, y encima, está buena. Tendré que pedir a Libélula que nos haga un dibujo.

Rafa dijo...

jajajajajajajajajajjajajaja... está buena ;)

es rubia, sí, me acuerdo del capitulo de la cueva,xd...

si fuera morena, mucho mejor... una gran cabellera larga, morena...
nada de trenzas, ni coletas, ni nada... me encantan el pelo suelto xd.

Eduardo Fanegas de la Fuente dijo...

Menuda es Orey, parece que está en la nube pero al final es la más espabilada

Ruben dijo...

Eduardo, a lo largo de la historia, se verá que es un personaje especial.