domingo, 3 de julio de 2011

8.- MIROS: LAS BRUJAS

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Más de cien años atrás, una pareja de novios, huyendo de las “águilas”, se internó en el bosque del Valle de los Pájaros, llegó a aquel lugar, y construyó todo lo que pudo, allí vivió durante años, y fueron ellos, y no una sola mujer, como creía Ana, quienes trasladaron todos los huesos fuera de su huerto, cuando se dieron cuenta del efecto que causaban, el hombre se fue haciendo el encontradizo con los cazadores que frecuentaban el bosque, y extendió el rumor de las brujas, de los hechizos, y de los hombres deshuesados, el rumor, como todos los rumores, corrió de boca en boca e inundó cada rincón del Gran Valle, el miedo a las brujas, se acrecentó cada año más, y de ese modo aquel matrimonio, se protegió del mundo entero. Tuvieron una hija, a la que fueron educando en el arte de engañar a todos, al ser desconocida fuera de aquel lugar, la utilizaron para seguir extendiendo el rumor de las brujas.
Durante años, algunas mujeres huidas, como la madre de Eusina en su momento, pasaron por allí, de modo que el cuento, fue pasando de generación en generación. A la vez que se protegieron con los huesos como si fuese un escudo imaginario, se crearon un escudo real a base de zarzas, maleza y árboles, cualquier tipo de vegetación, después de tantos años, ocupados en ello, consiguieron un bosque espeso e impenetrable, justo por detrás del círculo de huesos, y de paso alimentando la superstición diciendo que aquella espesura estaba alimentada por la carne que faltaba a aquellos huesos.
Dicho círculo de huesos, no era tal, ya que moría antes de cerrarse, en las montañas del este.
Cuando Miros y los demás llegaron a aquel lugar, quedaba la anciana muerta, que era la abuela de Sara y Andrea, ella había llegado hacía muchos años al bosque, allí, conoció a un descendiente de los primeros habitantes, y allí, crió a su hija, quien un día trajo al mundo a aquellas dos niñas, en un parto doloroso que pudo con su vida, la anciana, nunca supo de quién se quedó embarazada. Y allí estaban Sara y Andrea.
Ana, sin embargo, había llegado cuatro años atrás, cruzando las montañas, y apareciendo dentro del círculo protector de las brujas, pero la historia de Ana, era más complicada, si cabe, que la otra.
Ana, había cruzado las montañas desde un lugar al este del Gran Valle, al igual que Miros cruzó por el norte. Este paso, por el que llegó Ana, era desconocido para el resto del Gran Valle, pero no para los habitantes de la casa de las brujas, porque este paso se encontraba dentro de su territorio, y además le cruzaban de vez en cuando.
Al otro lado de este paso, Ana, vivía en otra comarca, en ella convivían dos poderosas familias, siempre disputándose el poder. Para terminar con las constantes rencillas, ambas familias acordaron un matrimonio que las uniese. Pero los novios, de jóvenes, y antes de ser adultos, habían tenido tiempo de enamorarse, no entre ellos, de modo que en la fecha de la boda, el novio estaba enamorado de Ana, y la novia lo estaba de un general del ejército. La noche anterior al enlace, se reunieron los cuatro. Una cosa estaba clara, la paz de aquella comarca y la prosperidad de aquellas pobres gentes abrumadas por la lucha constante, dependía de aquella boda, era imposible evitarla.
Para colmo, los cuatro eran amigos desde la infancia. Decidieron sacrificarse por la paz, la boda se celebró, pero el matrimonio no se consumó ese día.
Ana, huyó por el paso, incapaz de estar allí, y de vez en cuando, se veía con el. Manteniendo relaciones con el, a la vez que la esposa seguía manteniéndolas con su general, que también ponía tierra de por medio, pues se había convertido en jefe de un enorme grupo de mercenarios que se ofrecía en todas las batallas. Dado que eran amigos, los hijos de la esposa pertenecientes al general, eran adorados por el marido, que sin embargo, no había tenido ninguno con Ana.
Con el tiempo, y por mediación de los niños y la convivencia, el matrimonio se adaptó a la nueva situación, y terminó por tener sus propios hijos, lo cual era algo que llegaría tarde o temprano. Ni Ana, ni el general, se sintieron traicionados, sus propias familias disfrutaban de la paz que había generado en la comarca este matrimonio. A pesar de todo, seguían siendo amigos los cuatro, y se veían de vez en cuando. Ana, se comunicaba con el general a través de aquel extraño matrimonio.
De este modo, Ana, estaba apartada voluntariamente en aquel bosque.
Esta historia, y las historias de Orey, y de Miros, y de Eusina, se fueron contando poco a poco.
A medida que pasaba la primavera, con este singular grupo atrincherado en el Valle de los Pájaros. Cada uno, fue contando su vida, mientras el campamento, se organizaba guiado por Orey. La defensa de la zona, por Miros, y el entrenamiento de los más aptos por Eusina. Sara y Andrea, eran consideradas las dueñas de aquel lugar, y con ellas se consultaba absolutamente todo, cada detalle, cada decisión, todo.
Durante todo un año, se establecieron en aquel lugar, las defensas, ya no solo eran huesos esparcidos, trampas, laberintos, vigías, todo tipo de ardides se inventaron para estar protegidos, ya que no eran un grupo muy numeroso. A la casa inicial, se añadieron pequeñas cabañas y almacenes, se recolectó todo tipo de alimentos, verduras, frutas, etc., también se mató algún animal que se conservó en los almacenes subtérraneos. Se construyeron puestos de vigilancia cerca de los huesos, algunos camuflados en los árboles, otros entre los arbustos, y alguno en el mismo suelo. Cada vez que un grupo de bandidos estaba a su alcance, se le vigilaba mientras estaba en el bosque, y en un par de ocasiones, se salvó a dos personas de sus fechorías. Estas personas entraron a formar parte de esta pequeña comunidad. Algunos de los bandidos vencidos huyeron, otros, perecieron en los enfrentamientos. Con Eusina y Miros al frente, no sufrieron ninguna baja, es más, obtuvieron fáciles victorias, capturaron a algún prisionero, al que perdonaron la vida, y le aceptaron en su grupo.
Después de un año allí, el círculo de las burjas, se había convertido en una especie de hogar para ellos, y junto con Sara y con Andrea, decidieron que a partir de aquel momento, ese sería su hogar, una especie de cuartel general, al que regresarían en caso de necesidad.
Después de un año y medio, Miros y Eusina, querían seguir por el valle. La vida en aquel lugar, era agradable, Sara y Andrea, se mostraban encantadas de no estar solas, e incluso, habían comenzado una relación con un par de muchachos. Ana, se había ido a entrevistar con sus amigos, en busca de noticias del general, que ahora se había convertido en mercenario, Klasnic, ese era su nombre. Ana quería saber si Klasnic estaría dispuesto a luchar al lado de Miros y Eusina, si algún día era necesario.
Cuando Ana regresase de esta visita, traería la noticia, y estuviese o no dispuesto Klasnic, Miros y Eusina, se irían de todas formas, el Gran Valle, estaba repleto de injusticias. Orey se quedaría allí, con algunos jóvenes y con las “brujas”, que nunca lo habían sido, los demás decidirían por sí mismos, pero la mayoría acompañarían a sus líderes.
Pero una cosa son los planes y otra la realidad. Orey, no aceptó quedarse allí, era imposible para ella separarse de Eusina, y tampoco de Miros, además no se fiaba de que ellos fuesen capaces de organizar un campamento, a no ser que fuese para luchar.
Por su parte, Ana, a su regreso, se unió a la partida, era una maestra del camuflaje, pasaba desapercibida, y sabía luchar, era una gran atleta, y junto a Miros, el más resistente y Eusina, era la única que podía correr horas sin parar. Esto en el Gran Valle, donde las incursiones de los invasores y las hambrunas posteriores, habían terminado con todos los caballos, era una ventaja llegado el momento de ser perseguido o de perseguir, tres buenos guerreros llegarían con ventaja.
Las noticias de Ana, eran favorables, Klasnic, tenía a sus órdenes más de cien guerreros, todos ellos muy hábiles, alrededor de ellos, se agrupaban personas que se ocupaban de sus campamentos, mujeres, curanderos, carpinteros, herreros, cocineros, exploradores, etc., que elevaban el grupo a unos doscientos cincuenta. Habría que ir preparando la llegada de tanta gente con meses de antelación, y como no se sabía cuando se les necesitaría, los hombres y mujeres que se quedasen en el Valle de los Pájaros, se ocuparían de ello. Mientras tanto, Klasnic se iría acercando poco a poco al paso de las montañas por el que accedería al Valle de los Pájaros.
Miros se había propuesto unificar el Gran Valle en una sociedad justa, dejando tal y como estaban los poblados bien gobernados, y reorganizando los que estaban sufriendo un liderazgo injusto.
Durante su estancia en el Valle de los Pájaros, el bosque se había convertido en un lugar mucho más tranquilo, y después de un tiempo en el que Eusina, se dedicó a masacrar a bandidos, a espantar cazadores, y a asustar a las propias “águilas”, el bosque era un lugar poco frecuentado, además de ser un lugar más temido que nunca.
El itinerario a seguir, era por los valles del lado este del Gran Valle, y luego cruzar por el final, donde el río Nospe se precipitaba en una gran cascada hacia otro valle, y seguir hacia el norte por el lado oeste, para terminar llegando al Valle de las “Águilas”, el más poderoso, el más injusto, y el más difícil de vencer.
El siguiente valle, era de difícil acceso, por el otro lado del río, tendrían que adentrarse en territorio de las “águilas”, y por el este del río, justo antes del siguiente valle habitado, el río, pasaba por una pequeña depresión del terreno, que convertía el río en un ancho ladazal traicionero, en el que las orillas del río por el lado este, eran imperceptibles, después, si eran capaces de cruzar esos terrenos, llegarían a Vallecillo.

5 comentarios:

Pluma Roja dijo...

Un gran derroche de imaginación y agilidad para llevar esta historia, me gusta bastante.

Naturalmente continuaré con su lectura.

Saludos cordiales.

Mercedes Vendramini dijo...

Ves que estáss escribiendo una novela? - muy buena Rubén!

Todo mi cariño!

Ruben dijo...

Aida (creo que ese es tu nombre), se que es un engorro muy grande tener que tragarse estas entradas tan largas, por eso es de agradecer que lo hagas.

Mercedes, ya está escrita, alguien pidió que la pusiese aquí, y es lo que hago, curiosamente, quien la pidió no la lee.

Eduardo Fanegas de la Fuente dijo...

Menuda odisea la de Miros, quién le iba a decir que se iba a meter hastas las cejas para cambiar y ayudar a toda una sociedad. Me gusta el mundo que has creado, y la persona que te lo pidió se lo está perdiendo :-)

Ruben dijo...

Eduardo, ya me ha dicho que está ocupada, así que yo sigo publicando para cuando pueda leerlo.